12.3.09

No vivir en la crispación.Viernes 13 de Marzo de 2009




Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión



Después de las declaraciones de Susana Giménez, quien propuso que “quien mata debe morir”, siguieron las de Marcelo Tinelli y Sandro, figuras populares por excelencia. La diva luego del alboroto se desdijo para decir que no dijo lo que dijo. Un juego de palabras. La estrella de la farándula se expresó de ese modo, luego de sentir en carne propia la muerte de su amigo. Es comprensible una reacción emocional nacida de la indignación.

Sin embargo, hay algo para decirle a algunos ídolos de la pantalla televisiva. Y es su falta de compromiso social. La inseguridad no empieza con la muerte del amigo de la diva. Hace años que está instalada en la Argentina, lo mismo que la pobreza extrema que la Presidenta descubre ahora en Tartagal.

No se le pide a los ídolos populares que tomen partido político, pero sí que se comprometan con los problemas sociales que afectan a millones de personas en toda la geografía del país. Esos millones que los admiran y que hasta ven bien que Susana viva buena parte de su tiempo en Miami en grandes mansiones y se traslade en lujosos Rolls Royce. ¿A las grandes fortunas no les alcanza la “justa distribución de la riqueza»?. ¿Tampoco al sector financiero parasitario no le corresponde desprenderse de algo de sus rentas que desde el gobierno se le reclama al agro que produce para el país?.

Para ser justo en el análisis, debiéramos consignar que la violencia no se instaló únicamente en la Argentina. Tampoco somos ajenos a la crisis mundial, provocada especialmente por Wall Street, el corazón de las finanzas del mundo, alimentada por la política de concentración de la riqueza estimulada durante la era de los Bush. La diferencia es que ellos –los ricos- tienen sistemas de seguridad donde sus agentes son profesionales capacitados, bien pagos y con equipamiento moderno para combatir la delincuencia. Durante el sepelio del policía que fue ajusticiado en la camioneta, un oficial de alta graduación dijo que los chalecos antibalas estaban vencidos, no tenían armas adecuadas, los móviles son viejos cacharros, carecían de radios, de handys; una descripción cruda expuesta con toda la fuerza emocional del momento y frente al mismo jefe de la Policía de la provincia.

LA CULPA ES DE LOS MEDIOS

Este gobierno, como es práctica habitual, trata de endosarle los problemas a los medios de comunicación. Como las encuestas denuncian que la inseguridad está en el tope de la inquietud de la gente, entonces encontró a alguien a quien echarle la culpa: la Justicia, que este mismo gobierno designó y de la que hizo alarde muchas veces.
Pero se encontró con una dura respuesta de los miembros de la Corte, que denunciaron que no les daban presupuesto y no designaban los jueces que se requerían. Tuvo que intervenir el jefe de Gabinete para poner paños fríos y admitir la razón de los altos magistrados.

Este es un año de mucha crispación alimentada desde el poder. Deberíamos llamarnos todos a la reflexión y a la serenidad. Ya comienzan a sentirse los efectos de la crisis que puede profundizarse a niveles inquietantes. Es totalmente inútil pretender tapar el sol con las manos. La creación del Consejo Económico y Social cuyo proyecto enviará el Poder Ejecutivo al Parlamento, es un buen instrumento si no se lo politiza, y si están allí representados todos los sectores productivos sin excepción, sin excluir a los colegios profesionales, a la cultura y a las universidades nacionales. Para eso, hay que tener vocación de diálogo en serio y no armar un escenario para la foto.

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