Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión
Lo que ocurre en el mundo no es casual. Se han derrumbado no sólo los valores financieros de Wall Street, que deja a millones de personas empobrecidas en el mundo, sino que han caído con estrépito las concepciones de un materialismo que occidente había adoptado como la panacea para resolver los problemas que afligen a más de un tercio de la población del planeta.
El escritor Bernardo Kliksberg, que escribió Primero la Gente, junto con el Premio Nobel, Amartya Sen, refiere en una nota para el diario La Nación de Buenos Aires, que “una de las razones centrales de esta hecatombe es un “tsunami ético”. Y agrega que Adam Smith, el padre de la economía clásica había advertido, varios siglos atrás, que los mercados debían estar regidos por valores éticos como la honradez, la prudencia, la transparencia y la confianza mutua. De lo contrario podrían funcionar muy mal. Vacíos éticos profundos están en la base de la crisis en desarrollo.
«LADRONES DE BANCOS»
Siguiendo al escritor aludido en esta nota, en Inglaterra, el obispo de York, John Sentamu, sentenció: “son ladrones de bancos, y destripadores de activos”. Nada más lapidario que lo dicho por un hombre de la iglesia. Hasta el presente, fueron muy pocos los que salieron a decir lo que verdaderamente sienten. Estamos esperando la palabra de los pensadores, de los filósofos, de los escritores, de los periodistas, de los religiosos, de los políticos, de los estadistas. Porque esta catástrofe tiene que tener un nombre, tiene que obedecer a una causa –pueden ser muchas- pero hay una matriz cuya marca indeleble es el sistema fundamentalista de la libre empresa a cualquier precio, a cualquier costo, material y humano, para la acumulación financiera –no hablemos de la acumulación para la producción-, en un ejercicio inmoral y tramposo que le resbalan los problemas de la humanidad, y que solo actúan en función de sus propios y desdeñables intereses materiales.
RESPONSABILIDADES
Las empresas tienen responsabilidades sociales, no son patrimonio exclusivo de los titulares de las acciones. Están implantadas en un medio social, tienen a su cargo personal con familias, son creadoras de empleo y de riquezas que les pertenecen al conjunto de la sociedad.
Este derrumbe financiero que es mil veces superior a las caídas de las torres gemelas, ha enviado su toxicidad a todo el planeta. ¿Es la crisis del capitalismo tal como se ejerce desde Wall Street, o es definitivamente además de ello una crisis global de los valores que se sostienen para triunfar en la vida? ¿Somos seres humanos dotados de un cuerpo, una máquina cerebral, y sentimientos que fluyen, o sólo instrumentos de los poderes materiales que manejan desde ignotos lugares el destino de las personas y de la propia humanidad?
VALORES HUMANOS
No nos resignamos a ser las marionetas de un sistema que niega los valores humanos fundamentales. El hombre es la más alta Creación en el universo. El hombre facilitó el desarrollo científico y tecnológico. Creó los instrumentos para explorar el espacio infinito, la ciencia prolongó la vida humana y abrió canales para que las civilizaciones se interrelacionaran e hicieran del planeta un lugar habitable y sin sufrimientos evitables. Pero también el hombre fue presa de la codicia, y desoyendo la palabra de Moisés, se abrazó al becerro de oro que le trajo sufrimiento y desolación.
Cuando se pierde la brújula del equilibrio moral y también espiritual, el hombre ingresa en la vorágine de la sensualidad de un materialismo cuyo espejismo lo conduce a su propia destrucción.
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