Escribe: Juan Nazar
Director de
La OpiniónHoy se cumplen 41 años de la captura del Che Guevara en la selva boliviana por las tropas ranges (boinas verdes) norteamericanas, que vinieron a Bolivia a eliminar al Che de cualquier manera. El periodista y amigo que fue colaborador de La Opinión –ahora en Chile- cuenta la historia de este personaje legendario, en libros y artículos especiales. En homenaje a su amable recuerdo de muchas horas compartidas en noches de Buenos Aires, en madrugadas de sueños incumplidos, tomaré algunas frases de los escritos de los últimos momentos del Che Guevara en una escuelita de Las Higueras, una pequeña población del sudeste de Bolivia.
“Díganle a Fidel que él verá una revolución triunfante en América Latina y díganle a mi mujer que se case de nuevo y que intente ser feliz”. Esta frase fue el último mensaje de Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967 cuando interrogado por el miembro de la CIA de EE.UU. Félix Rodríguez, si quería decir algo antes de ser ultimado por una ráfaga de ametralladora.
Después, conteniendo apenas su cuerpo sufriente, sin poder pararse bien por sus heridas en la pierna y con el asma que le asfixiaba, el Comandante Che Guevara dio la última orden, esta vez a su verdugo: “Apunte y sostenga firme el arma: va a matar a un hombre”. Las balas de la ráfaga de la ametralladora lo atravesaron y se derrumbó malherido, para ser rematado finalmente por otros disparos.
LA HISTORIADesde entonces se escribió mucho para contar su vida. Sin embargo, sólo él conocería y llevaría hasta la tumba la verdadera razón que lo motivó permanentemente, más allá de la lucha, los éxitos y los fracasos. Más allá de ideologías y posiciones. Incluso más allá del amor que dio y recibió. Más cerca del hombre íntimo y cabal: del hombre con el que todos nos encontraremos alguna vez, tarde o temprano. Muy cerca de la verdad de saber quién se es realmente. En momentos como los que hoy vive el mundo, la figura del Che adquiere dimensiones colosales. Se derrumban las estructuras materiales, y emergen luminosos los ideales del hombre en toda su dimensión trascendente.
Sabía, tenía la seguridad absoluta que iba camino hacia la muerte: “Esta es la última vez que veo la caída del sol”, le dijo al compañero que lo ayudaba a caminar la tarde anterior. Era la misma certeza del sacrificio final y de un destino marcado, que lo impulsó desde la Argentina hasta la Sierra Maestra –luego en La Habana, Naciones Unidas, en la Conferencia de Punta del Este, la reunión con Frondizi- y su encuentro final en un pueblo casi inexistente de Bolivia. Fue en La Higuera, tenía 39 años, se llamó Ernesto Guevara, y figura entre los inmortales de la historia.
1 comentario:
Me parece muy bueno el aporte.
Aprovecho la portunidad para preguntarle si fue usted el autor de la editorial retrógrada sobre la homosexualidad.
Sigo el diario desde La Plata.
Ignacio Prieto (Abogado).
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