| Escribe: Juan Nazar Lebnen Director de La Opinión El 19 de marzo de 1965 llegaron los sacerdotes Onorino Galbiati y José Conti, para hacerse cargo de un colegio parroquial, con orientación al bachillerato. El 19 de marzo de 1965, llegan a Trenque Lauquen, los sacerdotes Onorino Galbiati y José Conti. Había llegado una invitación para que la Congregación se hiciera cargo de un colegio parroquial, que tenía aprobado solamente los tres primeros años, con orientación al bachillerato. Previamente habían viajado algunos religiosos para conocer las condiciones de cesión, y las reales perspectivas que tenía mirando hacia el futuro. Quien hizo algunas gestiones ante los superiores de los Barnabitas fue el párroco de Trenque Lauquen, en aquel momento, el padre Emilio Ogñenovich, que les pintó un panorama muy halagüeño para que se decidieran a venir, que en un primer momento no les seducía la idea. Pero luego intervino el Obispo de Nueve de Julio, Mons. Antonio Quarracino que tomó contactos en Roma con los Superiores Mayores y el P. Penati llevó adelante los trámites y los contactos hasta llegar a concretar una propuesta que se tradujo en un contrato valedero por dos años a prueba, haciéndose cargo los Barnabitas de la Dirección del Colegio Miguel Di Gerónimo. ASUMEN LA DIRECCIÓN Hubo un acto de asunción y una solemne ceremonia de entrega del Colegio con la presencia del Obispo Mos. Quarracino, el P. Zacaría Penati, el P. Angel Panigati, el cura párroco, el intendente municipal D. José Rodríguez Mera, miembros de la Cooperadora, padres de los alumnos y todo el alumnado. En su libro, Barnabitas en la Argentina, Onorino Galbiati, relata su permanencia en Trenque Lauquen, y dice que la cordialidad de la gente era muy buena y encomiable las promesas de ayuda, pero que pronto se dieron cuenta de las muchas dificultades que debieron afrontar. El inmueble consistía en un predio de 25 mts. de frente por 50 de fondo. La construcción incluía 4 aulas, con capacidad de 20 bancos, una salita para profesores, un gabinete de química no terminado, una secretaría y algunos servicios. El 10 de marzo de 1969, se crea el primario y se anotan las primeras 6 chicas en el secundario, que hasta entonces era para varones. LAS DIFICULTADES Las dificultades no tardaron en llegar. Los ingresos por las cuotas que reunía la cooperadora, eran mínimas. Los aportes estatales para el pago de los docentes no llegaban. Había surgido un clima de disconformidad y de incertidumbre. Las inasistencias a clases eran frecuentes. Los religiosos enfrentaron la situación con optimismo, llevando tranquilidad a los padres y a los alumnos. La comisión de Madres trabajaba con empeño para vencer las dificultades y hasta la impotencia, luchando contra los problemas internos y contra la burocracia estatal que demoraba hasta el infinito el reconocimiento del establecimiento para el pago de los haberes a los profesores. EL ALEJAMIENTO Los Barnabitas ante el cuadro de situación que se presentaba en el Colegio, solicitan al Obispado de Nueve de Julio, ejercido por monseñor Alejo Guilligan, la atención de la Parroquia de Trenque Lauquen como única condición para permanecer en la dirección del Colegio Di Gerónimo, lo que le es negada. El 30 de abril de 1977 la comunidad Barnabita se aleja de Trenque Lauquen. Viajaron en un camión jaula cedido por Juan Oloriz para llevar todas sus pertenencias, con destino a Bahía Blanca. Sin duda que para ellos debió ser una experiencia frustrante, sentimiento compartido por la comunidad de Trenque Lauquen, donde habían logrado un afecto que no tuvo su correspondencia para el sostenimiento del colegio. REYERO El alejamiento de los Barnabitas, al tiempo que produjo desazón en muchos, abrió una nueva etapa en el Colegio. Se requería, entre muchas otras cosas, la designación de un nuevo director. La designación recayó en el profesor Avelino Reyero, un personaje singular. Había llegado de España con un título secundario-universitario en Filosofía y Letras. Pero revalida esa carrera de Filosofía en la universidad argentina. Brillante como docente y un ser humano excepcional. Un verdadero pensador desordenado. Universalista profundo, y revolucionario sin buscar serlo. En su simpleza humana, desprovisto de toda vanidad, era un poliglota, con dominio del inglés, griego, latín, alemán y en los últimos tiempos estudiaba el hebreo. Podía dictar con absoluta solvencia intelectual materias como química, física, matemáticas, historia, geografía, letras o filosofía. La falta de un profesor de cualquier materia, él la cubría con su acostumbrada solvencia. LOS CAMBIOS Realizó cambios en el Colegio –algunos muy criticados-, reemplazó el timbre por música clásica para llamar a los recreos o la finalización de clases. No exigió más el uso de uniformes en los alumnos. Construyó un gimnasio muy importante y estableció una suerte de confitería para que los chicos se reunieran a tomar el café o alguna gaseosa en los intervalos. En lo que había sido una capilla de los Barnabitas, puso una heladería Frigor para reunir fondos para el establecimiento, algo que también atrajo críticas, porque se tomó como casi ofensivo para los creyentes, no obstante que él mismo era un profundo creyente, pero muy alejado de todo dogmatismo. Hablan de sus convicciones religiosas muchos hechos, como cuando se iba con su familia de vacaciones y se llevaba la Biblia en latín. Así como era un excepcional docente y un intelectual de nota, su propio estilo desordenado lo convertía en un mal administrador. Tampoco logró un equipo que se ocupara de un área tan importante para cualquier emprendimiento. Con lo que quedó confirmado una vez más el dicho de Martín Fierro de “cada lechón en su teta, es el modo de mamar”. Avelino Reyero estuvo dos años y medio en la dirección del Colegio Di Gerónimo. Dejó huellas de imborrables afectos en sus alumnos. No imponía disciplina, dejaba que las energías juveniles se canalizaran libremente. Luego de su paso por el establecimiento Educativo, se acoge a la jubilación. Pero siguió preparando alumnos para el secundario y el terciario en su escuelita privada que funcionó en diferentes locales de la ciudad. Era tal su capacidad como docente, que tomaba grupos de 15 alumnos y les enseñaba en simultáneo diferentes materias a cada uno en particular. Joven aún, murió a los 66 años. EL RESCATE DE LOS VALORES Avelino Reyero, es el prototipo del creador, del intuitivo, del docente con enorme carga de sabiduría, que llevó una vida poco convencional, porque le importaban más las cosas elevadas del espíritu. En esta brevísima reseña de un tiempo de su actuación, hemos querido reflejar la impronta de una personalidad singular, que a su paso por la vida dejó enseñanzas, de esas enseñanzas que no se aprenden en los libros, y que sólo pueden trasmitirlas los que han vivido intensamente varias vidas en una. Con frecuencia olvidamos a los grandes hacedores, a los que cultivan y elevan el pensamiento para mejorar la condición humana. Nos ha invadido la frivolidad, y caemos fácilmente en la mediocridad que se apodera de casi todos los actos de la vida. Hasta hemos degradado el idioma, porque cada vez utilizamos menos vocablos para trasmitir nuestras sensaciones, o para entablar un diálogo que exprese algo más que nuestros deseos inmediatos. |
7.8.08
Presencia barnabita en Trenque Lauquen.Domingo 10 de Agosto de 2008
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