7.8.08

Las usinas del pensamiento. Sábado 9 de Agosto de 2008

Escribe: Juan Nazar Lebnen
Director de La Opinión

Muchas veces en forma individual somos convocados por los pensamientos creativos. No pocas veces bullen en lo profundo y golpetean en la mente, las cosas que podríamos hacer y sin embargo la abandonamos como esas visiones fugaces que se dejan caer como en un sueño. Valdría recordar que los sueños de los “locos” geniales fueron los avanzados en la construcción de lo que es la actual civilización, con su carga de luces y de sombras.
Desde esa visión retrospectiva, que suele alimentar las utopías del presente, no resultaría una torpeza imaginar que existen a nuestro alrededor, los vecinos comunes que pueden hacer muchas cosas importantes para su comunidad. Lo experimentamos a diario con el trabajo que realizan las comisiones vecinales, resolviendo problemas de convivencia, de salud, de educación y proponiendo y trabajando en cuestiones urbanas.

PRESENTE Y FUTURO

De la misma manera se podría concebir un trabajo más amplio que en-globe el presente y el futuro del desarrollo de una potente comunidad que busca expresarse en un proyecto estratégico para el mediano plazo. No fue otra cosa en su momento la activa movilización que protagonizó una poderosa embestida para la creación del Departamento Judicial de Trenque Lauquen, que fue el vector en buena parte de la transformación de la ciudad que comenzó un ritmo ascendente en todos los planos de su actividad.
Hemos pasado períodos de euforia, de creatividad, de trabajo inspirado, pero también de quietismo, del “no me importa” y del “algo habrán hecho”. Esos fueron fenómenos colectivos que se apoderó de un tiempo nefasto de la Argentina. Del tiempo en que nos robaron las ilusiones y no sólo las dictaduras militares, sino una parte importante de la sociedad civil que se distraía mirando para otro lado.

RESERVA MORAL

Existe sin embargo una enorme reserva moral y espiritual que está presente en muchas mentes y en la intimidad de cada ser.
Faltaría ser convocados para un objetivo superior. Las grandes causas se producen a partir de una mística convocante. El tema pasa por sentirnos protagonistas y no meros observadores de lo que nos entregan los medios de comunicación y los gobiernos de turno.
Se trata de transitar el desierto, como lo hicieron las generaciones pasadas, a lomo de caballo o en carretas para fundar pueblos en la agreste soledad de las pampas. Las grandes cosas no se hacen desde la comodidad. Es tiempo de poner en funcionamiento la máquina del pensamiento realizador, y convocarnos para sacudirnos el placer anodino de mirar pasar el tiempo que carcome y se lleva nuestras vidas. Se impone preguntarnos cada día: ¿Qué hago por mí y por los demás?

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