3.7.08

De Ingrid a las retenciones. Lunes 7 de Julio de 2008

Escribe: Juan Nazar Lebnen
Director de La Opinión

La principal noticia de estos días que recorrió el mundo como un reguero de pólvora, fue la liberación de su cautiverio de Ingrid Betancourt, la mujer que estuvo secuestrada por más de seis años en la selva colombiana por la guerrilla de las FARC. Hay un rumor extendido que se habrían pagado suculentas compensaciones por su liberación, y el show exhibido, el escenario prolijamente montado, un dudoso video del momento de la liberación y guerrilleros en el campo de actuación en actitud pasiva, sugieren sospechas sobre esa “impecable” operación que ahora se sabe que intervinieron también británicos e israelíes, además de la ine-vitable logística norteamericana.
De cualquier manera, y aún dándole un mínimo de crédito a tales sospechas, el hecho realmente válido es la liberación de esta mujer junto con otros 14 cautivos. Todos ellos mostraban un estado físico excelente, vistos a través de las pantallas de la televisión. Ingrid muy maquillada, con traje de fajina militar, y con un cuerpo robusto, si se la compara con aquella otra imagen enjuta, disminuida, lánguida y de profunda tristeza obtenida en la selva como prueba de vida que suministró en su momento las FARC.

EL NUEVO ESCENARIO

Ninguno de estos detalles empañan el espectacular operativo que permitió su liberación. Es probable que después de la euforia de los primeros tiempos, de ser recibida por el mismísimo Presidente de Francia y de su bellísima esposa, de personalidades de la intelectualidad y de los medios científicos, venga un período de calma, de recogimiento, de reflexión y meditación, además de atender su salud física y psicológica. Ello acaecerá inevitablemente, porque nadie que salga de una experiencia límite en contrapunto con la muerte, puede salir totalmente ileso de ningún razguño para decirlo suavemente. No hay dudas tampoco de que Ingrid luego de un tiempo que ella misma determinará, se lanzará a la lucha política porque de ahí viene, y lo hará con la fuerza y las convicciones que motorizan el accionar de su vida. Ella es una llama encendida que puede modificar el escenario político de la región. Si puede zafar de los entornos que indefectiblemente se armarán alrededor de su figura para que juegue a favor del establishment, a fin de que nada cambie, puede convertirse en la nueva voz de una nueva democracia, no asistida ni resguardada, sino vital y transformadora, donde le teman los intereses espurios, los políticos corruptos, los empresarios tramposos, los jueces venales y los militares entrenados por las academias del imperio.

RENOVADA ESPERANZA

Ingrid puede transformarse en la renovada esperanza de la revolución en paz. La que puede ser un factor de unidad sudamericana y concebir el diseño de un proyecto identificable para los líderes de toda la región. El problema es si la dejan hacer. Pero para que ello sea posible, los hombres y mujeres de esta parte de la América irredenta, deberán despertar de los prolongados letargos y asumir actitudes valerosas capaces de recrear un pensamiento de universal aceptación para reencontrarnos con lo epopéyico de la empresa emancipadora de Bolivar y San Martín.

GESTOS DE GRANDEZA

Si pensamos en términos de grandeza, y dejamos el vuelo rasante de la perdiz que se estrella contra los alambrados, podríamos imaginar un país venturoso, igualitario en derechos elementales para la vida digna, generoso y solidario. En el debate de estas horas en el Congreso Nacional, hubo voces que estuvieron en los umbrales de la grandeza, y muchos otros olvidables.
En medio de una maratón histórica de tantas palabras, pudo haber alguna que recordara la liberación de Ingrid Betancourt. Nos hubiéramos sentido más honrados en nuestras conciencias cívicas, si a la par de entonar el Himno Nacional Argentino por haber logrado aprobar una resolución que nos permitirá ingresar un “puñado de dólares”, nos hubiéramos acordado de rendirle tributo de admiración a una mártir del cautiverio americano, como lo fue Ingrid Betancourt. El Congreso Nacional le hubiera dado un toque de grandeza a tanto palabrerío inútil.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En una carta de lector publicada hoy por Elvira Ford, ella pide que dejen en paz a la plaza Francia, molesta porque se la denomina plaza de la memoria.
La carta tiene un párrafo digno de análisis, recuerda los nombres de las plazas de Trenque Lauqquen y las nombra como "Británica, España, Italia y España", pasándosele por alto justamente la plaza Francia.
Su fallido confirma que ella misma la denomina como plaza de la memoria.