Escribe: Juan Nazar Lebnen
Director de La Opinión
El director de este diario aborda el escenario político nacional y la necesidad de hacer una correcta lectura del pasado, para encontrar las respuestas del presente, frente a la actitud poco feliz de los dirigentes que pretenden que la historia comienza con ellos. La calidad institucional y el papel presidencial, de cara a un Pacto Social que no sea sólo para la foto a dos años del Bicentenario.El título de esta nota nos debe resultar familiar. Fue algo así como el modelo paradigmático que impulsó en la campaña electoral Cristina Kirchner para decir que iba por el proyecto de su esposo, pero mejorado sobre todo en calidad institucional.
Algo que la Argentina estaba esperando, aún los que mantenían una actitud crítica con el gobierno, pero como no veían en la oposición nada sólido que los ilusionara con un cambio por nuevos caminos, optaban por resignarse a seguir transitando lo conocido vaciado en una nueva moldura arquitectónica que le facilitara a la autora a realizar las correcciones necesarias sin violentar el “proyecto” original.
Sin embargo, la fuerza del borrador era tan fuerte que caminaba sobre una matriz inalterable, con los mismos protagonistas, los mismos métodos, que ni siquiera pudo ensayar un estilo que mostrara una estética diferente, a pesar del género que expresaba un nuevo rostro, de donde no desapareció la crispación, el desafío y el cuestionamiento de doscientos años de historia.
LECTURAS
Lástima, porque las lecturas correctas del pasado, siempre ayudan para encontrar las respuestas del presente, que medido a la velocidad de la luz, mañana será el irremediable pasado que en apenas horas dejó un rostro surcado con arrugas.
La sabiduría de los grandes de la historia, son los que tienen la capacidad de adelantarse a los acontecimientos para evitar ser borrados por los tsunamis que aparecen sobre la faz de la tierra, casi de forma inesperada. Cuando Colón creyó haber “descubierto” un nuevo mundo, ya los sabios de Grecia y Alejandría disertaban sobre la infinitud del universo.
Es casi una ingenuidad de muchos políticos alimentar su ego creyendo que la historia comienza con ellos. No perciben que tienen la transitoriedad de los juguetes del viento, y que si algo queda de ellos, es la demanda de la conciencia colectiva que en gruesos trazos le marca los imperativos de su tiempo y de su generación.
LA CUMBRE
En estas mismas horas se discute en Lima la problemática del mundo, donde asisten 185 países, entre los cuales está la Argentina, que para diferenciarse, desde Menem para acá, siempre llega tarde para las fotos.
Quizás, ese signo de impuntualidad sea la forma que elegimos para hacernos notar, a falta de una auténtica política que defina una conducta cuyos elevados objetivos nos muestren como algo más que un espacio geográfico en la península más austral del continente, sino que pertenecemos a una Nación con vocación universal, que aspira a construir con sus hermanos un mundo donde el individuo ocupe el sitial de dignidad a que aspira todo ser humano que habita en el planeta.
En esa reunión de Lima se discute la reforma de la Carta Orgánica del Fondo Monetario Internacional, esa casi maldita organización, cuya sola mención alude a presión, endeudamiento, finanzas espúreas, poder supranacional y todas las pestes de Egipto descriptas en los pasajes bíblicos.
Pero nos guste o no, están allí, como vigías del mundo y la Argentina, es parte de esa organización.
RECOMENDACIONES
En esa condición, el ex ministro de Economía de este gobierno, Martín Losteau, recomendó algunas reformas ante el Comité Monetario y Financiero Internacional, como “un primer paso en la dirección correcta” del organismo.
El nuevo director gerente del FMI, el francés Dominique Strauss.Khan, que estuvo en Buenos Aires hace poco tiempo y que fuera recibido con beneplácito por la señora Presidenta, expresó en la cumbre que “casi todos los países de América Latina apoyaron los cambios como una señal de que los vínculos con la región están reconstruidos”.
CON SOMALIA Y PALAU
El “casi” tenía un destinatario: la Argentina, que votó en contra de las reformas, acompañada por Angola, Somalia y las islas Palau. El nuevo ministro de Economía de la Argentina, Carlos Fernández, (¿existe?) jamás hizo conocer su posición para la votación en un hecho trascendente para el organismo mundial. Así, la Argentina quedó otra vez a contrapelo de la comunidad internacional, incluida Venezuela, que aprobó las propuestas de reformas. Es decir, la Argentina vota en contra de sus propias iniciativas, y se aísla de la comunidad internacional.
CAMBIOS Y CAMBIOS
El cambio dentro del cambio, estaría indicando varias cosas sumamente importantes: en primer lugar, no se puede seguir gobernando desde un atril. En más de cinco años de gestión, jamás hubo una reunión de gabinete, algo impensable hoy en el mundo, donde hasta en la gerencia de cualquier empresa, se realizan casi a diario reuniones con los equipos técnicos para la evaluación diaria de los negocios.
El Parlamento debe recuperar urgente su verdadero rol constitucional y dejar de ser mesa de entrada de los proyectos del Poder Ejecutivo.
La República Federal, que costó mucha sangre en las guerras internas, es imperativo que sea restaurada. No puede concebirse un sometimiento indigno de las autonomías provinciales a las arcas del poder central.
OTRA IMAGEN
Toda esta deformación, no se le puede llamar “calidad institucional”, esto es producto de políticas caudillescas, anacrónicas y serviles, que no se corresponden con la imagen que pretende trasmitir la señora Presidenta, de estar al frente de una Nación moderna, que apunta al Bicentenario.
Esa Nación, la del Bicentenario, no la construyeron los políticos de estas últimas décadas, pertenece a una prolongada historia, de miserias y grandezas, como toda construcción humana.
CAMINO HACIA EL BICENTENARIO
Se busca afanosamente, desde el gobierno, la formulación de una suerte de Pacto Social, en homenaje al Bicentenario. Un Pacto Social, va mucho más allá de una foto con los sectores de la producción y del trabajo. Es una delicada orfebrería qe requiere sobre todo el total convencimiento de que el progreso debe darse hoy en la República Argentina apoyada en la concertación política y social, tal como la concibieron en su momento –después de tantas frustraciones históricas-, Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín, que ya en el ocaso de sus vidas comprendieron la inutilidad de la confrontación permanente.
La unidad en la diversidad, sería el nuevo paradigma que debe inspirar la firma de un documento, donde el compromiso marque el signo de las grandes coincidencias patrióticas, aunque ésta última sea una palabra archivada en los recuerdos de los libros de la historia, de la historia grande de los argentinos. Es bueno recomenzar el diálogo, luego de que el campo argentino alertó sobre situaciones que van mucho más allá de las retenciones a la exportación de sus productos.
Esto que estamos viviendo, pone fín a un estilo, a una forma de hacer política, de la que debe tomar nota el conjunto de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario