| Escribe: Juan Nazar Lebnen Director de La Opinión El gobierno mantiene una posición de dura intransigencia frente al campo, pero no ofrece ni un diálogo franco, ni soluciones que permitan acercar posiciones. En la cúspide del poder hay varios interlocutores con un manual diferente para cada uno. En el centro del problema se ubica el ex ( ) presidente, que es quien finalmente decide el curso de los acontecimientos. Este hombre que ha gobernado el país por más de cuatro años y medio, y ha elegido como sucesora a su esposa, algo inédito en un sistema republicano –sólo Perón pudo hacerlo hace 40 años-, puede considerarse relativamente satisfecho por la gestión realizada, si tomamos como referencia los fatídicos años 2000/01, aunque es justo reconocer que ello fue posible merced a la tranquila transición de Duhalde, al programa económico diseñado por Roberto Lavagna, y a la excepcional situación de los mercados internacionales, que permitió un crecimiento inédito en la economía mundial. En estos momentos se advierte claramente que el hombre que ha manejado discrecionalmente el país durante estos años, no se resigna al bajo perfil que debiera observar frente a quien ejerce el Poder Ejecutivo Nacional, tal como lo hizo en su momento su esposa, que sabiamente optó por un oscuro segundo plano, que es lo que correspondía por otra parte. El tema con el campo no se reduce a simplificaciones de textos escolares. Acá lo que no se está discutiendo es el tema de la pobreza extrema, que cohabita en un país de la abundancia, y lo que se hace desde siempre es mitigar el dolor con una aspirina que es el sistema de subsidios, una forma de continuar con el asistencialismo que se viene practicando desde hace décadas para nada, para que la pobre gente pueda seguir comiendo y sus descendientes continúen en la indigencia, sin salud, sin educación, sin trabajo digno, y sin perspectivas de cambiar el inexorable destino de marginales perpetuos. PRESIDENTES Lo que está en discusión, en el trasfondo la continuidad de un determinado “modelo” que no termina de definirse. El supuesto “modelo” no son otra cosa que medidas aisladas, donde no se observa una programación en el mediano plazo, y donde los temas de fondo que el país está reclamando y padeciendo no se abordan con la necesaria transparencia, con el debate profundo, con el análisis serio en sentido prospectivo. Tenemos graves problemas energéticos, el suministro del gas depende de un país que ha ingresado en virtual estado de anarquía, carecemos de la confianza internacional, tenemos una deuda externa de casi 145.000 millones de dólares –de eso no se habla- y hasta el presente no hemos arreglado la deuda con el Club de París de 6.000 millones de dólares. Estamos aislados internacionalmente. El gobierno apela a las retenciones por sus urgencias de caja, sin siquiera haber convocado a los sectores productivos para consensuar un programa común. Cuando se hace un llamado patriótico, con la grandeza y la honestidad que le cabe a quien ostenta la más alta investidura de la Nación, nadie se niega a poner el hombro, el corazón y las tripas, si es necesario, para evitar un naufragio. Para gestos de grandeza se necesita de la impronta de los grandes, y los verdaderamente grandes no apelan a los atriles para pontificar admoniciones y dar clases de vida. Lo que distingue a los grandes es la genuina humildad del corazón y la proyección de sus iluminados mensajes hacia la conciencia colectiva. La mayoría –por no decir casi todos- de nuestros políticos y gobernantes latinoamericanos son gritones de tribuna callejera. No se esfuerzan en reflexionar sobre el curso de una sociedad en constante movimiento, que viene transformándose así misma, desde el disloque, la locura, los falsos profetas, las altas expresiones del pensamiento, y la lucidez anticipatoria de los grandes pensadores. Pensar el campo hoy, nos corresponde a todos, porque el campo es el territorio donde vivimos, el inmenso interior que nos contiene. Que la ruta sirva para la meditación serena y profunda de quienes son los protagonistas de esta crucial encrucijada. Acompañamos la verdad y la justicia y no el mero interés sectorial. |
8.5.08
Campo, deuda, pobreza.Viernes 9 de Mayo de 2008
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