| | Escribe: Juan Nazar Lebnen Director de La Opinión El director de este diario analiza el acto de ayer en la rotonda y sus implicancias en el contexto de la historia argentina presente, que se remite a divisiones añejas que enturbiaron el pasado nacional y al renovado ímpetu puesto de manifiesto por los hombres y las mujeres del campo, en un reclamo cada vez más entroncado con las demandas y esperanzas del conjunto de la sociedad. Apareció la frase y nos retrotrajo a la época de los caudillos. Resonaron en los oídos los nombres de Juan Facundo Quiroga, Francisco Ramírez, Estanislao López, Juan Bautista Bustos, Alejandro Heredia y el más controvertido de todos, a quien la legislatura de Buenos Aires le otorgó poderes extraordinarios: Juan Manuel de Rosas, el Restaurador de las Leyes. La frase apareció en el discurso de Ulises Forte, vicepresidente de Federación Agraria Argentina, al referirse al sistema centralista que practica el gobierno nacional mediante la aplicación de impuestos que recauda la Nación que no coparticipa con las provincias. Se denunció que existe una suerte de despojo del interior en beneficio del poder central, que no retorna en mejores servicios ni en obras públicas de infraestructura como agua corriente y cloacas de la que carecen muchas poblaciones del interior. En ese sentido algunos oradores se preguntaban dónde estaban los gobernadores e intendentes que se mostraban indiferentes o impotentes ante situaciones que aludían a graves deficiencias. ESPÍRITU DE UNIDAD En las palabras de los oradores que ocuparon tribuna en la rotonda ubicada en la intersección de las rutas 5 y 33, ante miles de productores agropecuarios convocados por las cuatro organizaciones representativas del sector, se puso de manifiesto el espíritu de unidad, “que no será quebrada a pesar de los intentos del gobierno”, porque finalmente “se nos acabó la paciencia” frente a los reiterados ataques que recibimos injustamente, se expresó. En las voces de los dirigentes que eran recibidos y aplaudidos con entusiasmo, emergió potente el espíritu del interior, claramente federalista. Las palabras del gobierno, especialmente las que provenían del ex presidente, a la que otras veces mencionaban como “presidente”, con una gran carga de ironía, a la luz de las expresiones vertidas en la tarde soleada de ayer, no dejaba dudas de que no eran creíbles. Se preguntaban algunos oradores cuál era el destino de las enormes contribuciones que hacían los productores agropecuarios, con una pésima educación, con hospitales que carecen de lo elemental, con medios de transportes vetustos y rutas y caminos en estado lamentable. Un fuerte reclamo a favor de las poblaciones del interior indefinidamente postergadas. SIN MANIQUEÍSMOS En otros comentarios que hemos realizados desde esta misma columna, anticipábamos que la rebelión del campo no tenía que ver con la teoría maniqueísta de los que tienen y de los que no tienen. Excede en mucho esa simplificación, a punto tal que se anunció la constitución de una Confederación General que reúna a las cuatro entidades en una institución de cuarto grado que las reúna a todas, más allá de las diferencias entre las pequeñas, medianas y grandes explotaciones, pero con un objetivo: la defensa de los auténticos trabajadores que hacen producir la tierra. Lo discursos no fueron piezas académicas –no podían serlo- pero trasmitían un aire de áspera sinceridad que producían satisfacción y alegría en los rostros y celebraban aquellas expresiones vulgares como “seremos paisanos, pero no boludos”. Se observa un despertar del campo, de las familias, de los jóvenes; una nueva dirigencia impensada que asoma en la Argentina. Quizás un quiebre, un punto de inflexión en la sociedad, que en el inconsciente colectivo estaría latente en espera de un nuevo amanecer en la geografía política de un país desgarrado por los desencuentros. DE IZQUIERDA A DERECHA Se vio gente que viene de ancestros conservadores, clase media de tendencia centrista y muchos ubicados a la izquierda del espectro político analizando la problemática del campo con racionalidad y sin prejuicios. Eso lo ha posibilitado también una dirigencia joven, abierta al diálogo, al aprendizaje, que tiene una amplia conciencia social –prueba de ello es la actual conducción de la Sociedad Rural de Trenque Lauquen, que se muestra sensible a las carencias de los más desposeídos, y que no hacen de la ayuda un salvoconducto para ganarse las simpatías de la comunidad, porque lo han venido haciendo en silencio. Este movimiento de rebelión del campo se inscribe como uno de los acontecimientos más importantes de los últimos tiempos. A diferencia de los partidos políticos cuyos dirigentes –en su mayoría- no pueden desprenderse de sus mezquindades, y se fragmentan y atomizan para obtener el 1% o el 2% de los votos, aquí se vio un despertar inesperado para el gobierno, para la misma dirigencia agropecuaria y para los partidos políticos. ANTES Y DESPUÉS El hartazgo llegó a una franja –quizás mayoritaria- de la sociedad, que ya no tolera más la falta de sinceridad de las palabras y los actos de una dirigencia que no ha entendido los procesos de cambios que se viene dando en lo profundo del ser humano que busca nuevos canales de comprensión y entendimiento que contengan sus inquietudes, sus alegrías y frustraciones. Estas expresiones multitudinarias que se dan en todo el país, marcan un antes y un después. Y por mucho que se hable desde los atriles del poder, no solo no lo debilita, sino que lo fortalece. Hombres simples y comunes, con lenguaje lleno, de campo abierto, logran la adhesión de infinidad de compatriotas que sienten que está llegando un mensaje esperanzador, alejado de las mañas y las triquiñuelas de los que ejercen la profesión del engaño. HACERSE CARGO DE LO COMENZADO Esa bisagra que se ha producido el “sindicato” de los agropecuarios como lo definiera uno de los oradores de ayer, bajo el tibio sol del mediodía, ahora no se puede detener, aunque se lo propusieran. El fenómeno trasciende lo sectorial para ser visto como el inicio de un tránsito hacia metas más ambiciosas, que no se reducen a lograr el reconocimiento a las legítimas demandas materiales. Existe casi un compromiso no explicitado de que hay que ir por más. Suave y despaciosamente se pueden abrir otros caminos para servir a los más altos intereses de la comunidad. Las aguas han rebasado las compuertas y se dirigen impetuosas hacia nuevos destinos. Háganse cargo sus custodios de encauzarlas para que en su desplazamiento sirvan al objetivo de apagar la sed de la tierra que brinda los mejores frutos si se cultiva con amor. Si prima en los dirigentes el interés superior del país y de su gente, esa gente que dio marco a tanta protesta pacífica, en la Argentina se podrá apostar a la esperanza. |
24.4.08
Hablemos otra vez de unitarios y federales: Emergió el potente espíritu del interior. Domingo 27 de Abril de 2008
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