13.3.08

Las injusticias abominables.Viernes 14 de Marzo de 2008

Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión


En cada tramo del desarrollo histórico, cuando el mundo se dividió en países, y las distintas lenguas expresaron diferentes culturas, fueron inevitables los conflictos y las guerras. Los imperios se armaron sobre la base de la conquista y el sometimiento de los conquistados. La esclavitud fue admitida como un hecho natural durante siglos, hasta que aparecieron las primeras rebeliones de los más lúcidos que comenzaron a darse cuenta que un hombre desnudo era semejante a otro hombre desnudo, aunque lo diferenciara el color de la piel. El progreso de los pueblos no fue un paseo por las verdes praderas de una benévola naturaleza sobre la cual se cabalgaba en alegre esparcimiento. Esos fueron los necesarios recreos que se dio la humanidad en medio de las rudas luchas que jalonaban cada tramo del progreso. Los débiles fueron los más esforzados de todos los tiempos en la elaboración de esa marcha que conducía a destinos peraltados. Supuso eliminar diferencias abismales y suprimir privilegios irritantes. Esa actitud de dignidad se hizo a costa de la vida de muchos, pero vinieron otros y plasmaron ideas en acciones uniendo debilidades hasta erigir fortalezas humanas indetenibles.

EJEMPLO CUBANO

Uno y mil discursos se pronuncian sobre el derecho de los pueblos originarios a una vida de dignidad y prosperidad, que aún hoy permanecen en la miseria y en la ignorancia, especialmente en nuestra lastimada Latinoamérica. Entre la clase política se usa y se abusa de este tipo de declaraciones pigmentadas de demagogia, pero en la realidad muy poco se hace en favor de crear condiciones que eliminen las causas que provocan estas situaciones extremas. Y una de las primeras condiciones es procurar una vivienda digna, asegurar la atención de la salud y promover la educación. Sin estas tres condiciones, no existen posibilidades de erradicar los males endémicos que azotan a millones de latinoamericanos. Si hubiera que poner un ejemplo de que estas cosas se pueden hacer, y aunque resulte chocante para algunos, baste citar el caso de Cuba. Antes de la revolución de Fidel Castro, los pobladores de la isla caribeña vivían como viven hoy la mayoría de los pueblos radicados al sur del río Bravo. Hoy Cuba exporta médicos y maestros a distintos lugares del subcontinente.

EN LIBERTAD

Lo dicho no significa avalar otros aspectos del régimen impuesto por Fidel Castro, que si en sus inicios había encendido la llama de millones de corazones de latinoamericanos que soñaban y sueñan con un cambio, ya ha dejado de inspirar a las nuevas generaciones, porque los verdaderos cambios deben darse en libertad y en el pleno ejercicio de los derechos humanos fundamentales, incompatibles con las dictaduras de izquierdas o de derechas. Ello no impide reconocer los logros alcanzados en los aspectos mencionados en una pobre geografía. En la Argentina, país reconocido en el mundo por sus riquezas naturales, tenemos un índice de pobreza que avergüenza, donde millones de niños van a las escuelas a recibir un desayuno o un almuerzo. Esto lo podemos observar en nuestros pueblos del interior, en este mismo Trenque Lauquen orgulloso de su historia, de su presente y de su promisorio futuro.

PREMIO AL ESFUERZO

En estas ricas zonas de nuestra geografía pampeana, en la que vivimos y por la que luchamos, los gobiernos debieran premiar el esfuerzo de las comunidades para saldar las insuficiencias en materia de servicios, trabajo y nutrición. Siempre los gobiernos nacionales, en una cadena de imposición que llega a los municipios, pretenden justificar sus avances de succionar recursos de la producción, para atender las necesidades de los más desposeídos, que muy pocas veces reciben como no sean promesas preelectorales. En cambio se observa, de qué manera se enriquecen algunos pocos al amparo de favores oficiales. Sucedió antes y sigue sucediendo, pero debemos admitir que cuando las cosas parecen marchar con viento favorable, nos relajamos y nos cuesta reaccionar ante notorias injusticias que afectan el desenvolvimiento y desarrollo de estas comunidades. Después, es demasiado tarde para llorar.

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