Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión
Con independencia de si vienen inversiones millonarias a la zona, la acción de gobierno y de la actividad privada continúa su ritmo habitual. No se puede vivir supeditado a las decisiones de un grupo empresario, por importante que sea, que además debiera definir su estrategia con la debida anticipación si su propósito es desembarcar por estos lugares.
Nuestro distrito y las localidades de la zona vienen creciendo a un ritmo sostenido y armónicamente. Aún cuando la ciudad cabecera, es un centro urbano importante que ha tenido significativos avances en estos últimos años, en la medida de su mayor crecimiento demográfico, crecen también las demandas de mayores y mejores servicios. Una de las carencias que podríamos tener en el corto plazo, según lo viene advirtiendo el gobierno comunal, es la provisión de agua para el consumo humano, de lo que el conjunto de la población no ha tomado debida conciencia. Es preciso que todos estemos atentos al abordaje de este tema, de incumbencia directa del Departamento Ejecutivo Municipal y del Concejo Deliberante.
SALUD
Por supuesto que existen muchas otras prioridades que debe afrontar esta administración comunal, algunas de las cuales exceden la coyuntura para transformarse en cuestiones estratégicas. Una de ellas es el tema de la salud, que el jefe comunal conoce muy bien por su condición de médico. ¿El actual sistema hospitalario responde a las crecientes expectativas de la población, desde lo científico y tecnológico? La respuesta podría ser afirmativa, aunque habría que preguntarse si tiene la misma validez para dentro de 10 o 15 años.
Si la proyección del crecimiento nos da una ciudad de 60 ó 70 mil habitantes, tendremos que estar pensando en un desarrollo urbano, que si bien la actual expansión se beneficia de la mayoría de los servicios, es previsible que haya nuevas demandas en el futuro. Ello no estaría mal, por el contrario daría la pauta de un crecimiento favorable para el conjunto social. Sostener ese crecimiento, exige no sólo tener vivienda, sino posibilidades de acceder a la educación, a la salud, al esparcimiento, todo ello en el marco de un desarrollo empresarial importante que asegure empleo de mano de obra.
Fuera del contexto físico del crecimiento urbano, pero contenidos en él, aparecerán las generaciones demandantes de las nuevas tecnologías, que impondrán a los adultos la responsabilidad de hacerse cargo efectivamente de sus hijos en su desarrollo físico, moral y espiritual.
Lo cierto es que a estas comunidades del interior, así como les llega la tecnología con algún retraso respecto de los grandes centros urbanos, también recibiremos los avances del desarrollo científico-técnico y de algunos de los males que nos impone la modernidad.
No cuesta demasiado imaginar una ciudad limpia, ordenada, en la que vivimos, transformada también en un centro urbano de fuerte atractivo por la calidad de su gente, y por todo el empuje que puede poner para brindar a sus pobladores el surgimiento de nuevos emprendimientos productivos. Porque el mayor secreto reside en la educación y en el trabajo.
Si las políticas de los gobernantes no tienden a la promoción para el desarrollo de nuevas iniciativas y el afianzamiento de las pymes del interior, que son las que absorben la mano de obra capacitada, difícilmente nos encontraremos con la prosperidad deseada.
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