28.2.08

Justicia y periodismo “ciegos”.Lunes 3 de Marzo de 2008

Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión

En declaraciones al diario “La Nación” del día de ayer, el ex presidente Fernando De la Rúa, cuestionó al juez que acaba de procesarlo. «Obran -dijo- por la presión política y de la prensa. Reclamé una imparcialidad que no se ha logrado. Hay que perseguir a la gente cuando está en el gobierno, y no cuando se va. La justicia dicta sobreseimientos para los que están en el poder, pero se hacen los fuertes con los que estamos alejados de él».
Con abstracción del juicio que puede merecernos su desempeño como jefe de Estado en los turbulentos días en que tuvo que abandonar la Casa Rosada en helicóptero, no dejan de ser ciertas estas afirmaciones que tienen validez no sólo para este caso, sino que hay cientos de ejemplos de una justicia complaciente con el poder en la Argentina.

COMPLACIENTES
Si nos tomamos el trabajo de repasar un poco en la historia reciente, nos encontraríamos que la dictadura militar no habría cometido crímenes aberrantes sin la complacencia o la «distracción» de una justicia sin ojos ni oídos. Lo mismo vale para los profesionales abogados, que en su mayoría se negaban a presentar los Habeas Corpus por detenidos-desaparecidos.
De esa actitud de aceptación y tolerancia de la barbarie impuesta por la dictadura, casi nadie está exento. Ni la Iglesia, ni el periodismo, ni las organizaciones empresarias y sindicales, ni los colegios profesionales, y muchos más, y hasta algunos que hoy levantan la bandera de los derechos humanos.

EL MÁS GRAVE
Pero el tema de la justicia es el más grave de todos porque no sólo abdicó durante la dictadura, sino que por regla general se muestra complaciente con el poder de turno.
Ocurrió durante la presidencia de Carlos Saúl Menem, que designó jueces federales adictos, pero cuando dejó el poder esos mismos jueces que él designó, lo procesaron como una demostración de «independencia» ante el nuevo gobierno.
La contracara que puede exhibir el gobierno de Néstor Kirchner, es haber integrado una Corte Suprema de Justicia, que por la solidez intelectual de cada uno de ellos y los antecedentes profesionales, constituyen la máxima garantía que puede ofrecer un país evolucionado.
Pero por debajo de la Corte, no todo es así. Hay jueces que necesitan del vedetismo mediático, sin importar demasiado la justa y transparente administración de justicia.

CADA DÍA
Todos los días aparecen denuncias de negociados que involucran a funcionarios nacionales. Hay casos resonantes que se silencian, como lo de la empresa Skanska, en la que intervenía el fiscal Stornelli y el juez Montenegro. El primero pasó a ser ministro de Seguridad del gobierno de Daniel Scioli y el segundo integra el equipo de Mauricio Macri en la Capital Federal.
Ningún poder hegemónico se sustenta si no cuenta con una justicia tolerante y una prensa que le responda. Existe la preocupación de que se podrían estar dando esas condiciones en la Argentina de hoy. No es difícil percibir de que lado están los compromisos y los negocios.
Cuando el monopolio informativo se da en la prensa escrita, en la radio y en la televisión, se podría deducir que nuevos riesgos estarían amenazando la democracia republicana en la Argentina.

INDEPENDENCIA
Una prensa independiente, lo es de cualquier poder político o económico. Los gobiernos democráticos no necesitan de una prensa adicta, no necesitan comprar a los que escriben o informan desde el micrófono o la pantalla de televisión.
Lo mejor que le puede ocurrir a un gobierno democrático es no tener una prensa sometidas a sus designios, tampoco que transforme su misión esclarecedora en una tribuna de oposición sistemática a los atributos constitucionales de quienes son depositarios de la voluntad popular.
La justicia, como la prensa, si no son baluartes inexpugnables del pensamiento libre, la ciudadanía queda a merced de fuerzas oscuras incontrolables.
No hace falta repetir historias que ya conocemos cómo empiezan y cómo terminan.

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