10.1.08

La Columna, edición del 10 de Enero de 2008

Construcción de liderazgo

Delegar es dar

Detrás de la asignación de tareas y proyectos subyace la capacidad de conocer a quienes trabajan con uno, de motivarlos y potenciar sus habilidades.

Los líderes más efectivos y respetados son aquellos que han comprendido que para crecer deben ayudar a los miembros de sus equipos a desplegar todo su potencial. Para lograrlo, se empeñan en desarrollar eficazmente un proceso cotidiano y general: la delegación.

Delegar, o asignar tareas o proyectos a alguien, puede ser difícil de lograr. Contra la delegación conspiran la resistencia a pedir, la ansiedad de probar que se es capaz y la omnipotencia de creer que uno puede hacer todo solo. Sin embargo, delegar puede ser una de las acciones más liberadoras que uno puede hacer por sí mismo, así como lo que marque la diferencia en la gestión de un grupo u organización.

Beneficios

Poder delegar nos asegura una mejor administración del tiempo y el talento. Amplía las posibilidades de logro y es una excelente forma de entrenamiento y estímulo. Uno puede decir a los otros qué hacer, puede mostrarles qué hacer, pero seguramente aprenderán mucho más cuando lo hagan por sí mismos.

Otorgar a otros la posibilidad de realizar tareas no es un síntoma de debilidad o limitación. Tampoco es sólo dar órdenes y esperar que se cumplan. Ni liberarse de responsabilidades.
Delegar es una habilidad a construir mediante un proceso de ganar-ganar. Es una herramienta poderosa de liderazgo en la que cooperan la confianza y el acompañamiento.

Acciones.

Para delegar es necesario:

Tener clara la tarea a realizar: ¿Qué es lo que hay que hacer y qué se requiere para completarlo? ¿Qué pasos hay que seguir? ¿Qué conocimientos se requieren? ¿Quién está calificado para hacerlo? Si la misión no está clara, el resultado estará en riesgo. Encontrar el empleado con las habilidades, experiencia y actitud necesarias para hacer el trabajo es sólo la mitad del desafío. Es importante saber qué hará para poder seleccionar mejor a la persona.

Negociar la delegación. Aún cuando el delegado sea un subordinado, es saludable negociar con él la delegación. ¿Podés hacer esto? ¿Te gustaría? ¿Estás en condiciones de hacerlo? ¿Cómo se relaciona esto con tus otras tareas? ¿Influirá en tu relación con los compañeros de trabajo? ¿Cómo te afectará en otros cambios?

Al negociar, quien va a delegar la tarea tiene que estar dispuesto a aceptar un posible no. Y a facilitar los sí. Esto es aclarar sus expectativas , las características del encargo, pero también proveer toda la información necesaria, convenir plazos, determinar recompensa o remuneración, etc.

De poder y habilitación

Establecer el rango de autoridad: Cada vez que uno delega en otro un proyecto, debería delegarle cierta autoridad, por ejemplo, disponer de la posibilidad de compartir la información, involucrar a otros y utilizar los recursos de la empresa. La persona designada debe conocer los derechos concedidos así como las obligaciones, límites y restricciones.

Informar a todos los involucrados acerca de la delegación: Los cambios suelen causar inseguridad y preocupaciones en los grupos de trabajo. La información evitará malentendidos, confusiones y rumores. Asimismo, una cuidada presentación de la persona elegida y del trabajo a desarrollar, demostrará por un lado la confianza otorgada y por otro habilitará la cooperación y participación de los demás.

Darle libertad al delegado. Dejar que elija los métodos y estrategias o al menos proponga cambios o exprese preferencias. Solemos designar a la persona, y luego le exigimos que haga las cosas a nuestra manera. Esta libertad motivará un compromiso mas profundo y aumentará su satisfacción.

Juntos

Acompañar el proceso. Establecer una línea abierta de comunicación para el monitoreo del proyecto, a través de la que se puedan canalizar preguntas, intereses, sugerencias y preocupaciones. El seguimiento y la evaluación periódicos facilitan la solución inmediata de los problemas y el replanteo de los tiempos. Las discusiones que puedan surgir son síntomas del buen desarrollo de una delegación.

Mantener las buenas maneras. La amabilidad es vital a la hora de delegar. Pedir y no demandar. Considerar cada propuesta como una intención de ayuda. Agradecer los esfuerzos, las ideas, el compromiso. Recordar que uno delegó porque necesitaba que lo hicieran.

Aprender a delegar es una inversión a largo plazo. Involucra habilidades de comunicación, escucha, planificación, toma de decisiones y resolución de problemas, capacidades que se instalarán, al reiterarse, como naturales en el hacer cotidiano.

Andrea Turchi

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó lo de delegar parte de la autoridad. Es cierto,¿ si no te dan el poder de hacer, para que te piden hacer?
Creo también que es un aspecto álgido, nadie quiere delegar su autoridad...
Muy buena la Columna, como siempre
Amanda

La Columna dijo...

¡Gracias Amanda!

Justamente, lo que hay que delegar en parte es ese poder de hacer, si no, es como darle la llave de la casa a una persona pero no facilitarle la clave de la alarma.

El temor a delegar ese poder hacer tiene que ver con perder el control, pero la persona que delega , si delega bien, conserva desde su rol de supervisor, de acompañante, de guía, la autoridad y el control.

Hasta pronto
Andrea

Anónimo dijo...

¡Muy interesante el tema!
Para mi el punto focal de la delegación es encontrar la persona a quien delegarle la tarea.

Mi pregunta es, ¿qué pasa si tengo que delegar algo y solo una persona para delegárselo, que es la que tengo y no la que elegiría si pudiera buscar? ¿el proceso es el mismo?

Gracias
Susy

Anónimo dijo...

¿Por que si uno delega en una persona subordinada tiene que estar dispuesto a aceptar un no?
Me parece muy buena esta dinámica de La Columna y el blog con los comentarios.
Hasta luego
Ro

La Columna dijo...

¡Gracias Susy!

Claro que a veces uno no puede elegir la persona "ideal", o no ha llegado a conocer tanto a las personas con las que trabaja como para elegir, o elegir no sería "oportuno" dadas las circunstancias.

Justamente, en esos casos es importante desarrollar el proceso de delegación con cuidado de manera de generar una buena oportunidad para el logro de resultados.
Hasta pronto
Andrea

La Columna dijo...

¡Gracias Ro por el comentario!

Estar dispuesto a aceptar un no es una actitud.Y una actitud interesante para desarrollar.
Aunque un subordinado no pueda decir que no, para el líder será importante escuchar sus reticencias y entender qué le pasa. Aun cuando la respuesta final deba ser sí, en la negociación previa ganarán los dos en conocimiento y cooperación.

Hasta pronto
Andrea

Anónimo dijo...

¿Delegar tiene, entonces, que ver con confiar?
Lo bueno de tu columna es que me hace pensar cosas
Gonzalo

Anónimo dijo...

La crítica que me han hecho siempre es que no sé delegar. Tu nota me ayudó a repensar esto.
Gracias
Yo

Anónimo dijo...

Lo bravo es dejar que el otro haga las cosas como quiere...
No pienso solo en delegar a empleados sino también en el caso de delegar en hijos ...que a veces no tienen la experiencia o los conocimientos...
Muy buena la columna, los temas y la forma en que los tratan
Miguel

La Columna dijo...

Gracias Gonzalo!

Sí, delegar tiene que ver con confiar. Confiar en quien se delega, para darle autoridad, habilitarlo para hacer y acompañarlo sin empujarlo.
Confiar en uno mismo, es decir en quien delega, para sostener la autoridad del otro desde la propia autoridad, para acompañar el proceso, esperar el resultado y evaluarlo.

Hasta pronto
Andrea

La Columna dijo...

Gracias Yo por tu comentario!
Lo bueno es que siempre se puede aprender.
Hasta pronto
Andrea

La Columna dijo...

¡Gracias Miguel!
Es probable que los otros no tengan nuestros conocimientos,ni la experiencia, pero el delegar es una excelente manera de entrenar a otros.

Acompañar la delegación en esos inexpertos requerirá no sólo las dotes de maestro del líder, sino su apertura para validar las formas nuevas de hacer lo pedido que puedan encontrar los otros y corregir los errores considerándolos y haciendolos considerar como espacios de aprendizaje y no como fallas.

Hasta pronto
Andrea

Anónimo dijo...

¿Qué pasa cuando delego, dejo que el otro haga lo que le parece y falla?
Buena la columna
Jorge

La Columna dijo...

¡Gracias Jorge por el comentario!

Cuando uno delegó, dejó hacer al otro a su modo y el otro falló, si uno acompañó el proceso, monitoreó y evaluó aun cuando dejó hacer, sabrá entonces la causa del fallo, y trabajará junto con el responsable la corrección y el aprendizaje para un futuro trabajo.

Si no acompañó el proceso...además de indagar y analizar cuál fue la causa de la falla tambien sería interesante que analice por qué no acompañó y si ello hubiera evitado o minimizado la falla. El proceso seguirá con la corrección y el aprendizaje y los cambios necesarios.
Hasta pronto
Andrea