| Escribe: Juan R. Nazar Director de La Opinión El sindicalista Hugo Moyano, que en la práctica estuvo en el filo de la cogobernación en estos últimos años, se ha mostrado muy molesto porque no ha sido debidamente considerado por la nueva Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Acostumbrado a estar en los primeros planos de los actos del gobierno que concluyó su mandato, el líder sindical no soporta que se lo relegue a la hora de mostrar su importancia y su poder. La nueva titular del Poder Ejecutivo no ha privilegiado por cierto a la dirigencia sindical dentro del cuidado protocolo de asunción del mando. Ha sido un mensaje directo cuyo contenido fue interpretado por el destinatario como un desdén y lo puso de manifiesto en un acto realizado de Obras Sanitarias donde desafió a Cristina Kirchner, advirtiendo que van a acompañar “siempre y cuando tengamos posibilidad de mantener coherencia en la defensa de los derechos de los trabajadores, pero si esto no ocurre, estaremos en la vereda de enfrente”. GENDARME, NO Días anteriores Cristina Kirchner había declarado que no sería gendarme de la “rentabilidad de los empresarios ni intervendría en la interna sindical”. Según un relato que ha trascendido, unos días antes Moyano tuvo una reunión privada con la ahora Primera Mandataria y le solicitó apoyo para la interna sindical porque su mandato al frente de la CGT vence en junio próximo, y por respuesta recibió una negativa. Se observa en la conducta, en las palabras y en los gestos de Cristina Kirchner que no está dispuesta a dejarse presionar por las corporaciones de ningún tipo, sean empresariales o sindicales. Es notorio que busca que se la consideren con nivel de estadista antes que una líder mezclada con las masas. Lo que se hace evidente es que ciertos dirigentes sindicales, que están lejos de ser obreros, pretenden mantener esa antigua hegemonía que les ha permitido disfrutar no solo de un poder infinitamente superior a cualquier sector de la sociedad, sino que ello les ha facilitado un enriquecimiento personal incompatible con sus funciones y con la lucha franca que nace de las convicciones profundas. MÁS CALIDAD Si es verdad que pretendemos un país mejor, tendremos que mejorar también eso de lo que habla la actual Presidenta de la Nación y que es la “calidad institucional”, y ello debe hacerse a través de la política a la que hay que redescubrir como arte y como ciencia. Hacer política en términos mayores es darle nutriente al sistema democrático. La crisis de la Argentina de estos últimos años, cargó sobre sus hombros a los partidos políticos que han quedado minimizados a nivel de facciones, desintegrados, sin nuevos liderazgos. Y no solo los partidos políticos han sufrido los efectos del tsunami que devastó sus estructuras y las vació de contenido. También se devoró a mucha dirigencia de las corporaciones empresariales, sindicales y profesionales. Toda lucha es respetable dentro de los límites que imponen los derechos de cada uno. Los partidos políticos tendrán que retornar a las fuentes que les dio vida. Tendrán que recrear nuevas definiciones acorde a los tiempos que se viven. En su hora tuvieron justificación histórica y por ello llegaron a ser bastiones de la República. Una genuina democracia no se construye y se sostiene a través de las corporaciones. Se la renueva desde su esencia, con un armado político superior, imbuido de ideales superiores que sirvan a la causa del género humano. |
13.12.07
La democracia es cosa distinta. Jueves 13 de Diciembre de 2007.
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