4.12.08

Los efectos de las políticas esclavizantes: Sobre antiguas premisas, un mundo nuevo.Domingo 7 de Diciembre de 2008




El fascinante avance tecnológico y científico que se da en los centros de investigación de los países avanzados, nos sobrecoge el ánimo al advertir que frente a ello hay vastas regiones del planeta donde habitan millones de personas que todavía no han salido de los estados primitivos de vida.

Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión

Pueblos aislados, perdidos en las selvas, aldeas colgadas de las laderas de las sierras y montañas, parajes inhóspitos en medios de desiertos de arena, guerras tribales donde se aniquilan decenas y cientos de miles ante la mirada indiferente, cuando no cómplice, de un occidente colonizador, despiadado y salvajemente materialista.
La superpotencia imperial invadió un territorio para hacerse de una de las cuencas petrolíferas más importantes del planeta, y la invasión incluyó también el territorio (Afganistán, por ejemplo) para apoderarse de las fuentes gasíferas de la mayor importancia en orden a su valor energético.
Paradójicamente, los pueblos de esa región, viven en la pobreza más desoladora por influjo de políticas de sometimiento ejercidas por los poderes ancestrales depositados en los grupos de las familias dominantes, y a lo que contribuye también el fanatismo religioso que manipula en su favor esos mismos poderes.

LAS UTOPÍAS DE CAMBIO

Por mucho que se esfuerce la Organización de Naciones Unidas para resolver el problema de la pobreza extrema y la ignorancia, acompañada de enfermedades endémicas, es utópico pensar en un cambio que revierta siglos de culturas instaladas por efectos de políticas esclavizantes.
Si hablamos de regiones empobrecidas, no hace falta desplazarnos al otro extremo del planeta. Esa realidad la experimentamos aquí, en la Argentina y con mayor profundidad en muchos países de Latinoamérica. El cambio revolucionario que pregonaba el legendario Ernesto “Che” Guevara, por mucho que lo invoquen algunos caudillos de la región, está lejos de producirse en favor de los grandes contingentes humanos que viven en condiciones humillantes.

EL FRENTE SANDINISTA

Uno de los grandes movimientos lo constituyó el Frente Sandinista de Liberación, creado en el año 1961, que lleva el nombre del líder revolucionario Augusto Sandino, que luchó contra la intervención militar de Estados Unidos en Nicaragua, emprendiendo una guerra de guerrillas en las primeras décadas del siglo XX para expulsar a la potencia invasora, que sostuvo además a gobiernos dictatoriales «títeres» como el de Anastasio «Tacho» Somoza y de su hijo que crearon la “dinastía” de los Somoza.
Augusto Sandino fue asesinado en una emboscada en 1934. Los bienes de la familia Somoza representaban el 40 por ciento de la economía nacional.
La guerra contra la penetración norteamericana en territorio nicaragüense y la lucha contra las dictaduras, dejaron un saldo de 40.000 muertos y pérdidas por más de 17 mil millones de dólares, una cifra más que considerable para la economía de ese país.
La solidaridad de la Internacional Socialista y organizaciones solidarias de todo el mundo con la URSS y Cuba a la cabeza, ayudó significativamente para la reconstrucción de un país devastado.
Uno de los dirigentes del Frente Sandinista de Liberación, Daniel Ortega, es el actual Presidente de Nicaragua, que comulga ideológicamente con Hugo Chávez Frías de Venezuela y de Evo Morales de Bolivia.
Otro de los hombres que contribuyó al triunfo de la revolución sandinista, fue Ernesto Cardenal, cura católico que fuera ministro de Cultura del gobierno revolucionario, y que recibió una dura reprimenda del Papa Juan Pablo II en su visita a Nicaragua en 1996. En 1983, en el gobierno sandinista había cuatro ministros sacerdotes católicos. Hoy, Ernesto Cardenal, cura de un pequeño pueblo, a los 83 años continúa predicando el verbo de Dios, ya alejado del gobierno y crítico del presidente Ortega.

SOCIALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

De las experiencias acumuladas en cada uno de los países que conforman el subcontinente americano, la socialización de la economía se impone como una exigencia de los tiempos, aunque con las particularidades de cada país.
Dentro de ello, existe en algunos casos una fuerte inclinación por imponer un populismo caudillesco, que trata de respetar las formas políticas democráticas pero con escasa vocación por ellas.
En la medida en que se avance en la cultura por el respeto a las instituciones, en un genuino ejercicio plural, se acotan las posibilidades de los personalismos que terminan identificando al país con sus propias creencias.
Esas tendencias, han sido nefastas en cualquier período de la historia de la humanidad. Lo que no debe confundirse es la figura del líder democrático que gobierna fortaleciendo a las instituciones de la República, con el caudillo demagógico que cree que la República pasa por su persona.

UN NUEVO ESCENARIO INTERNACIONAL

Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, dieron como resultado el triunfo del candidato del partido demócrata, Barack Hussein Obama, un hombre de ancestros africanos. Ese solo hecho, es una verdadera novedad en la primera potencia mundial, donde paradójicamente ocurrió la guerra de secesión (1861-1865) una de cuyas causas fue la oposición a la abolición de la esclavitud de los negros.
No le será fácil al nuevo presidente desmontar la inmensa maquinaria de los poderes económicos que rigen la vida de una Nación cuyos intereses están imbricados en todas las regiones del planeta. Tampoco se lo propondría, porque iría a contramano de la realidad que niega la mínima posibilidad en esa dirección.
Sin embargo, el presidente electo, marcará sin duda una nueva política en el orden internacional. Deberá responder a las expectativas de todos los pueblos del mundo, que exigen respeto a sus identidades nacionales, y buscan ser escuchados y atendidos en sus demandas. Se va en dirección hacia un multilateralismo por el surgimiento de los nuevos gigantes asiáticos y una Europa con mayor protagonismo a escala planetaria.
El presidente electo Barack Obama tiene la posibilidad de conducir este proceso de cambio, y mediante la búsqueda de diálogo y consenso, modificar los criterios simplistas de los buenos y los malos.

La pobreza y, más aún, la indigencia parecen haberse enquistado mientras Occidente mira para otro lado.

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