Ejercer autoridad y poder.Jueves 28 de Agosto de 2008

Escribe: Juan Nazar Lebnen Director de La Opinión El prestigioso profesor de Ciencia Política de la UBA y de la Universidad de San Andrés, Carlos Floria, escribe para el diario La Nación de Buenos Aires, una nota periodística sobre autoridad y poder vinculado a la política. De ésta refiere que lo puro de ella “es la actividad constructiva, que consolida y conserva agregados humanos. Y de ahí surge el fenómeno de la autoridad”. “Diversa del gobierno autoritario, que recurre a la intimidación, a la violencia o la compra de voluntades para suplir su falta de autoridad. El autoritario es autoridad para sus seguidores –fieles, comprados o complacientes- pero hegemónico para sus opositores”. En la Psicología del autoengaño, dice Floria que “en primer lugar, la ilusión de la invulnerabilidad, la sensación de que cualquier cosa que planearan estaba destinada a tener éxito. Sensación que suele aparecer en conjunto con la ilusión de la unanimidad”. El escritor y filósofo que en su juventud acompañó al Che Guevara en su aventura guerrillera en la selva de Bolivia, Régis Debray, nos habla del concepto de la autoridad expresada en el Jefe. Dice que “el jefe es alguien capaz de transformar un montón de cosas dispersas en un todo coherente”. “En democracia –agrega- se ha instalado una suerte de hipocresía. La gente dice que el jefe no es bueno, que es algo superado, que hay que burlarse de él. Sin embargo, todavía hay jefes, e incluso los hay cada vez más”. Y puntualiza que “el jefe existe para lograr la unidad. Sea donde sea –en un equipo de fútbol, una empresa o un país-, el jefe es el que mantiene la cohesión o produce la unidad en el seno de una multitud”. EL PODER La autoridad –añade Debray- es moral e imaginaria, no reposa sobre la fuerza bruta. Es una cuestión de creencia o de conocimiento. El maestro tiene autoridad en el aula. Es necesario que la tenga, de lo contrario se produce un desorden, y el pequeño cacique del curso terminará por tomar el poder. Creo que la autoridad es la protección contra el poder. Porque tratar que un petimetre no termine creyéndose el patrón es justamente democracia. Se concluye que el poder sin autoridad, es autoritarismo. Carece de los valores morales donde se aposentan los principios que orientan la sana actividad humana. La escritora Diana Diaconú nos refiere que en esos cien días del paro agropecuario “estábamos fatigados por un pasado incómodo y bastante reciente que siempre nos pesará, con sus muertos, con su sangre, pero también por un presente que no termina de delinearse, de sincerarse y de construirse con tolerancia, ética y seriedad”. Y en el medio del poder y la autoridad, suele venir el hastío de tanta cosa negativa que encontramos a nuestro paso, y “solo deseamos volver a nuestra casa, a nuestro cuarto, a leer un libro en el que no se hable de conflictos sociales, ni de conflictos personales, ni de política, ni de economía, ni de historia, ni de nada”. ATRIBUTOS El ejercicio del poder se lo debe ejercer con los atributos que le confiere la autoridad moral, que le antecede. De otro modo es el imperio de la fuerza o de esa otra cosa que tanto prolifera en los países subdesarrollados, como lo es el populismo demagógico y mentiroso que se alimenta de las palabras que el líder lanza al espacio para que lo aplaudan y lo veneren. No hace nada con austeridad, con economía de palabras. Ejercita el poder en tono ampuloso, desafiante, violento con sus opositores, intolerante, vacío de ideas y ególatra exacerbado. Se observa en el espejo y se dice a sí mismo que es el mejor, el más apuesto, el más inteligente. Pero le alcanza con que las multitudes lo aplaudan y lo veneren, aunque los pobres sigan siendo más pobres, más ignorantes, con menos acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, y los ricos acumulen mayor riqueza y sigan siendo los dueños de los palacios, de los campos, de las explotaciones mineras, de los barcos y de la riquezas del subsuelo. En el nombre de Dios y de la Patria que lo demanden.