15.5.08

Sobre carencias agobiantes.Miércoles 21 de Mayo de 2008

Escribe: Juan Nazar Lebnen
Director de La Opinión

Mientras se discute la problemática del campo, van apareciendo otros aspectos de la vida del país, que desnudan situaciones dramáticas.
El regreso de Perón a la Argentina en 1973, suponía la inauguración de un nuevo tiempo donde las expresiones populares podrían manifestarse en libertad, pero las excitaciones eran tan poderosas y las demandas tan urgentes, que el elegido presidente Héctor Cámpora, por mandato del líder del movimiento, no pudo controlar la situación. Lo trágico y lo dramático se alzaba en el escenario del desencuentro argentino.
Contra su voluntad y los consejos médicos, Perón llama nuevamente a elecciones y es virtualmente plebiscitado para que se haga cargo de la presidencia de la Nación. Su principal preocupación estaba focalizada en la pacificación del país, donde ya actuaba la guerrilla montonera que se enfrentaba con los elementos de la Triple A, apoyadas por López Rega.

EL PLAN DE PERÓN

El prestigio político y el apoyo patriótico que recibía de una oposición comandada por Ricardo Balbín, permitía el desarrollo de una gestión basada en un proyecto integral que abarcaba todas las áreas de gobierno. Desde lo social como prioridad, extendiéndose a lo económico, educativo, cultural y de política internacional.
En el mensaje a la Asamblea Legislativa del 1 de mayo de 1974, Perón formula su plan de gobierno, donde no deja blancos sin cubrir. Se podía estar o no de acuerdo, aunque los disensos si los había, no se manifestaban, por el contrario existía una muy fuerte corriente de opinión que excedía lo partidario, que pugnaba para el éxito coronara las palabras del presidente.
No resulta comparable aquella situación de luchas apasionadas, de ideales, de proyectos, de controversias para la formulación de la Argentina soñada por varias generaciones de argentinos, con lo que se vive actualmente. El actual gobierno no despierta ninguna de aquellas emociones. La propia sociedad camina por andariveles diferentes. Los partidos políticos dejaron de ser expresiones de corrientes ideológicas en lucha. Hay cierta anomia y mayor descreimiento.

ENERGÍAS

La rebelión del agro se da en un clima de aparente indiferencia, y de pronto moviliza energías de las que casi nadie suponía que podían venir por ese lado. Pero vinieron y están ahí. Existe una movilización real y potencial que marca un nuevo tiempo en la política argentina, que resultaría equivocado darle el marco de las definiciones tradicionales.
Es curioso que en una movida de carácter sectorial, tradicionalmente opuesta a las caracterizaciones políticas, corrientes importantes de la izquierda argentina se identifiquen con las reivindicaciones de los pueblos del interior aliados a la protesta agropecuaria.
Se observa que desde el poder político no hay suficiente claridad sobre la ejecución de un programa integral de gobierno, por mucho que se insista en un “modelo” que la inmensa mayoría de la población desconoce de lo que trata. Y entre las muchas muestras de esas dudas, se cuenta que la casi nula presencia internacional de la Argentina, en un escenario de enorme gravitación hacia el plano interno.

DUDAS

Lo potenciales inversores que pueden dar impulso al desarrollo de la economía del país, están dudosos, y en la duda ganan aquellos que como Chile y Brasil, ofrecen garantías institucionales sólidas.
La Presidenta Cristina Kirchner, debe haber tomado nota de esta situación de orfandad en que nos encontramos. Es una mujer inteligente, de lúcida captación de la realidad y de ningún modo puede no haber sopesado la carga que tiene sobre sus hombros.
Esa política instrumentada por su marido, de carácter elemental, que puede resultar provechosa en una provincia alejada de los centros de poder, de ninguna manera es trasladable al manejo de un país de las características de la Argentina. Es probable que superada las circunstancias actuales, se produzcan novedades importantes en el gobierno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La derecha argentina, y sobre todo sus referentes campestres aunque ya no sean la oligarquía tradicional, es proverbial en el salvajismo de sus apetencias…
Los K pueden tener, y tienen, todas las insuficiencias ideológicas que se quieran, además de espeluznantes defectos operativos. Pero lo que tienen enfrente da ganas de vomitar. Gente que en nombre de sus chacras habla de que hay una dictadura civil, que se pone la escarapela por una tonelada de soja, que se horroriza por el vestuario presidencial pero no por cómo los agronegocios se copulan a la Argentina. Esa gente que le paga a la peonada los salarios más bajos del país, esa gente que no quiere saber nada de reintegros porque tendría que blanquear sus negras operaciones. Esa gente. Ese De Angeli que los medios ponen en cadena nacional cada vez que pega cuatro gritos disfónicos, y que como buen gaucho desclasado verbalizó que lo único que le importa es volverse a trabajar a su campito. Esa Carrió, que encontró el sentido de su vida en las predicciones catastrofistas que mezclan la moral del Che Guevara con los intereses de Luciano Miguens. Esas conchetas teflonarias, y esos hijos de sojeros que ocupan el inmobiliario especulativo urbano con la plata que les giran los campestres que dicen que el campo no da más. Esos piqueteros pero blancos, como dijo el vice la Rural. Esa gente, que irrumpe desde el trazado histórico de este país al lado de Roca, de Uriburu, de la Libertadora, de Onganía, de Martínez de Hoz, de Videla, de Menem. Esa gente…
Como dice Cortázar en “La Patria”, ese poema que debería ser el himno nacional: pobres negros, que juntan las ganas de ser blancos; y pobres blancos, que viven un carnaval de negros.