Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión
Nadie con más títulos para ser recordada en el mundo como Ingrid Bentancourt, secuestrada por las FARC el 23 de febrero de 2002, y que permanece en cautiverio en la selva colombiana en precarias condiciones de vida.
Hija de Gabriel Bentancourt, y de Yolanda Pulecio, ex reina de belleza y miembro de la Cámara de Representantes, pertenece a una familia de políticos de la alta sociedad colombiana.
Ingrid vivió por varios años en París y regresó a Colombia en 1989 después del asesinato del líder liberal y candidato presidencial Luis Carlos Galán. En 1994 fue elegida a la Cámara de Representantes, con el mayor número de votos por el partido Liberal. Desde su banca se destacó por sus denuncias en contra de la corrupción, como una práctica habitual dentro de la clase política colombiana que se financiaba además con el comercio ilegal de las drogas.
POLÍTICA Y NARCOTRÁFICO
Inicialmente Bentacourt apoyó al presidente Ernesto Samper, pero luego se convertiría en su más fuerte adversaria, al revelarse la filtración de dinero procedente del narcotráfico para financiar la campaña que lo llevó al poder.
Bentacourt continuaría denunciando en el congreso los vínculos entre la clase política y los narcotraficantes, razón por la que recibió en 1996 varias amenazas de muerte, lo que la obliga a enviar a sus hijos a vivir en París, junto a su padre. Se enfrentó a los dirigentes de su partido y en la convención realizada en 1997 gritó con toda la fuerza de su voz que «En el Partido Liberal hay intereses mafiosos que viene teniendo relaciones vergonzosas con los delincuentes». Ingrid fue abucheada y sacada del recinto.
Funda el Partido Verde Oxígeno, y en 1999 triunfa en la alcaldía de San Vicente de Caguán, una zona de distensión donde el gobierno celebraba negociaciones con la guerrilla de las FARC y continuó la denuncia de la corrupción de los grandes caciques políticos del país.
Son recordados los episodios en los que repartía condones en las calles de Bogotá argumentando que «la corrupción es el sida de la política en Colombia».
En 2001 renunció a su banca en el senado aduciendo que era «un nido de ratas» y presentó su candidatura a la presidencia de la República por el Partido Verde Oxígeno, desde donde no ahorró calificativos para sus adversarios Horacio Serpa y Alvaro Uribe, el actual mandatario.
EL SECUESTRO
En un viaje a San Vicente de Caguán, donde su partido había obtenido la alcaldía, Ingrid y su jefa de campaña, Clara Rojas, son detenidas y secuestradas por la guerrilla, en lo que ha sido considerado como una operación política de las FARC para negociar la liberación de 500 guerrilleros detenidos en prisiones colombianas.
Desde el ángulo político es incomprensible el secuestro de una dirigente que a la par que denunciaba la corrupción política y condenaba sin atenuantes a los paramilitares, al gobierno, y al ejército que se valía de ellos, proponía dialogar con la guerrilla y ella misma fue a su encuentro.
Suena absurdo, que una mujer de esos quilates, que expresaba una nueva política y entendía las motivaciones de los más desposeídos y hasta justificaba la sublevación armada para terminar con tanta vergüenza, esté padeciendo durante seis años la más cruel de las torturas en medio de la selva, infligida por aquellos con los que políticamente podían estar más cerca de su pensamiento.
LIBERTAD
En esta situación de doloroso tránsito, esta mujer, de rostro triste y actitud de abatimiento que resume en su físico y en su espíritu el dolor innenarrable de los dolores colectivos, merece el reconocimiento de la humanidad. En homenaje a ese valor que exalta lo más excelso de la condición humana, es preciso y urgente que quienes tienen el poder para hacerlo, encuentren la forma pacífica de liberarla de su cautiverio.
ENTEREZA
El presidente de Francia Nicolas Sarkozy ha adelantado que estaría dispuesto a ir hasta la selva en la frontera colombo venezolana si es necesario, para lograr su liberación.
Ingrid Bentancourt, ejemplo de entereza, valentía política, integridad personal, merece estar entre nosotros, los ciudadanos del mundo, para iluminar con su presencia el camino del entendimiento, como preludio de un nuevo amanecer en el destino de la humanidad.

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