29.11.07

Cuál es nuestro modelo de país. Jueves 29 de Noviembre de 2007


Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión

Hablan los políticos, los que gobiernan, los pensadores, los sindicalistas. En algún punto del discurso, siempre, invariablemente, aparece la frase ‘el modelo de país al que aspiramos’. ¿Cuál será ese modelo? ¿El de la ex Unión Soviética que hizo implosión? ¿El de Mao y la Revolución Cultural, o el de la China actual? ¿El socialismo capitalista a la europea? ¿El socialismo autocrático de Fidel Castro y de algunos países árabes como Siria y otros del norte de Africa del estilo de Argelia, Túnez, Libia o Egipto?
En el continente americano aparece el subcomandante Marcos, una suerte de Che Guevara encapuchado que se desplaza por la selva lacandona con las banderas zapatistas. El surgimiento de este personaje, entre romántico y aventurero alentó las expectativas de la juventud del continente de un probable modelo revolucionario que rescatara aquellos sueños que inspiraran a Lázaro Cárdenas, que nacionalizó los ferrocarriles y la industria petrolera mexicana, o del poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, un idealista cabal, que fue ministro de Cultura de la revolución sandinista en Nicaragua.

MÉXICO DESIGUAL
Hoy México es un extenso territorio con casi dos millones de km cuadrados y más de 100 millones de habitantes, de los cuales la cuarta parte son descendientes de los originarios del lugar. Así y todo, México perdió a manos de los Estados Unidos toda la California.
A pesar de las muchas revoluciones en pro de una sociedad más igualitaria, las desigualdades sociales en México son abismales y es el lugar donde los narcotraficantes exhiben sin pudor todo su poderío y donde los ricos mantienen su condición de casta privilegiada.

NICARAGUA POBRE
A pesar de la revolución sandinista y su lucha por décadas para destronar al dictador Fulgencio Batista y su cohorte de alcahuetes al servicio de los grandes capitales asociados al imperio del norte, Nicaragua sigue siendo un país donde la pobreza es el común denominador estampado en el rostro de sus gentes. Una pobreza endémica que viene de siglos de dominación y sometimiento.

LA BOLIVIA DE EVO
En el corazón del subcontinente, Bolivia eligió para presidir sus destinos a un aymará, un presidente que se consagró bajo los ritos de sus antiguos ancestros y busca ahora sancionar una constitución que responda a la antigua historia de sus orígenes, sin tener en cuenta las transformaciones que se han operado en la propia sociedad boliviana, producto de la propia evolución histórica.
Si el presidente Morales busca un socialismo indigenista, el proceso puede llevar a su pueblo a divisiones irreversibles que no le servirán para nivelar entre la opulencia y la miseria extrema.

LA UNIÓN DEL SUR
El modelo que impulsa Chávez encuentra adeptos y detractores, y difícilmente se lo reconozca como al líder revolucionario de la región, sobre todo porque Brasil está adquiriendo estatus de potencia mundial y muy pronto competirá entre los grandes del mercado petrolero del planeta. La Unión Sudamericana no es un imposible. Claro que para lograrlo hay que tener grandeza y la grandeza emerge de la humildad y no de los alardes vacíos. La búsqueda del predominio o de la demagogia. Los sueños de Miranda, San Martín, Bolívar, O’Higgins, Martí, Artigas y tantos otros, no compatibilizan con la mirada estrecha de quienes gobiernan hoy en el mundo y menos aún los que dirigen los países del continente americano, y en especial de las repúblicas del subdesarrollo y la miseria al sur del Río Bravo.

RESCATAR IDEALES
Después de las trágicas y frustrantes experiencias que hemos tenido en la Argentina, de la desintegración de sus partidos políticos, de juventudes que pusieron el pecho y cayeron en el desencanto; de la anomia e indiferencia de estos tiempos, vale la pena seguir creyendo y rescatar los ideales primigenios que construyeron la nacionalidad. Vale la pena apostar por un mundo mejor, por una sociedad más solidaria, y ello sucederá en la medida en que sepamos encontrar en lo profundo de nosotros mismos, la inspiración creadora y el espíritu de lucha para materializar la mejor sustancia y lo más elevado del pensamiento, porque los cambios verdaderos siempre vienen impulsados por las ideas.

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