Escribe: Juan R. Nazar
Director de La Opinión
Inevitablemente el crack en Wall Street ocasionará dificultades a escala global, pero puede dar inicio a un nuevo capitalismo, tal vez menos descarnado. En ese contexto nuestro país arrastra una profunda crisis heredada del conflicto con el campo y el gobierno sale a escena con una apuesta política que genera controversia: la eliminación de las AFJP.En los tiempos del antiguo Egipto, sus gobernantes solían ser muy precavidos, sobre todo en lo relativo a los ciclos de la naturaleza. Durante el reinado de Zoser de la III dinastía (hacia el siglo XXVIII a.c.), se comenzó a dividir el tiempo en períodos de siete años, que alternativamente serían buenos y malos.
La economía egipcia se apoyaba en el caudaloso y extenso río Nilo (6.600 km) que atraviesa todo el continente africano. El generoso río regaba las áridas tierras del desierto, y durante ese tiempo las cosechas eran abundantes, los pobladores reunían el producto de sus sembrados y el Estado engordaba sus arcas para el enriquecimiento de sus gobernantes y de las familias vinculadas al reino. Sin embargo no todos los tiempos eran buenos.
Las pestes, las enfermedades, las inundaciones, las sequías y las guerras consumían muchas veces las riquezas acumuladas en las etapas de prosperidad. Ellos creían, y lo practicaban, que en los períodos de prosperidad había que acumular la riqueza para afrontar los tiempos difíciles que inexorablemente vendrían.
SISTEMAEsas viejas historias se vienen repitiendo en el transcurso de los siglos en todos los países del mundo. Se levantaron muchos imperios y se construyeron muchas civilizaciones. El progreso humano ha ido creciendo indefinidamente. La ciencia y la tecnología incorporaron fascinantes avances en el planeta tierra y ya se está explorando el espacio exterior en busca de vida en otras latitudes del universo. A pesar de esos avances indiscutibles, los poderes en el mundo no han permanecido para siempre. Ni Egipto, ni Grecia, ni Roma, ni Alejandro, ni Napoleón, ni el imperio Británico, ni el español, ni la Rusia de los Zares, ni la Unión Soviética, para mencionar algunos, mantuvieron su influencia permanente y su poder sobre la tierra.
Hoy la crisis financiera que sacude a la primera potencia mundial y estremece a todas las naciones del orbe, está expresando claramente el fin de un tiempo, el agotamiento de un sistema.
SOBRE ARENANadie se atreve a pronosticar que es lo que vendrá después de esta crisis que no sólo es financiera, sino que serían los signos de que afectará a vastos sectores de la producción y del trabajo. El barco cuando se viene a pique, lo que se intenta salvar es a los pasajeros y a la tripulación, pero la nave se hunde inexorablemente.
Después de la tragedia los opinólogos tratan de explicar lo sucedido, pero difícilmente hayan podido anticipar lo que ocurriría. Todos somos muy sapientes después del terremoto, y sumamente ignorantes frente a las reacciones inesperadas que provocan determinadas conductas, aún cuando esas conductas no son nuevas sino que tienen historia.
Algunos atados a viejas consignas de los años ’70 -quien esto escribe también suscribió- dirán con cierto regocijo que esta crisis revela la caída inevitable del capitalismo y encontrarán en Lenín todas las explicaciones ideológicas que avalan esa posición. Y no hay mucho desacierto en ello, pero lo que no será fácil predecir es qué sentido evolucionarán los acontecimientos. Es oportuno recordar el pasaje bíblico “(Mt.7,24-27) Aquél, pues, que escuchas mis palabras y las pone por obra, será como el varón prudente que edifica su casa sobre la roca. (….) Pero el que me escucha estas palabras y no las pone en obra, será semejante al necio que edificó su casa sobre arena”.
EN EL MUNDOLo más probable es que amanezca en el mundo un nuevo capitalismo vinculado al trabajo productivo y al desarrollo tecnológico. Es muy difícil, peligroso e injusto, que haya gente que tiene tanto dinero como el producto bruto de varios países de Latinoamérica. Es insostenible que un país como Rusia, que viene de un sistema comunista, su paso al capitalismo haya creado multimillonarios que son dueños de vastos sectores claves de la economía nacional.
Es brutal, grosero, inhumano, que un país que dice ser campeón del sistema democrático y de los derechos humanos, mantenga prisioneros en Guantánamo, y cárceles secretas en distintos países del mundo que aceptan esa vejación a la condición humana.
Es inaceptable para la conciencia moral de la humanidad y un insulto a las convicciones de solidaridad social, que haya mil millones de personas en el mundo que pasan hambre y que son explotados en condiciones de esclavitud.
INTERROGANTESLos argentinos estamos también viviendo momentos de tensión, de desencuentros, de crispación y de confrontación permanente.
Los gobernantes cuando perciben que las cosas no les va como ellos quisieran, se vuelven agresivos y violentos, y culpan a los demás, a los agresores externos, a los codiciosos y avaros, al capitalismo insensible, y a todo cuanto les resulte repudiable según la visión estrecha que tienen de la realidad. En nuestro país está funcionando una democracia formal, que es lo opuesto a la democracia participativa.
Eso se da en casi todos los niveles de gobierno. Es absolutamente inaceptable, aún para los mismos partidarios, que decisiones de la mayor importancia y trascendencia para el país y su gente, se adopten inconsultamente, donde ni siquiera los ministros del Poder Ejecutivo han tenido intervención, y menos aún los legisladores nacionales de ambas cámaras, lo que no deja de ser una actitud desdeñosa hacia uno de los poderes del Estado.
EL AISLAMIENTO INTERNACIONALDifícilmente se encuentre en el historial de la Argentina, un momento de mayor aislamiento internacional. Puede observarse claramente entre los países vecinos, y si nos referimos a Europa y Estados Unidos, donde no hay tensión hay indiferencia.
No parece ser ese el mejor estilo para la defensa de los intereses nacionales.
Y no parece ser esa la mejor política para enfrentar los graves problemas en que está sumido el mundo. En el mundo y en los países socialistas, se votan partidas multimillonarias para salvar a las empresas en default, en la Argentina hacemos exactamente al revés, y pagamos cientos de millones de dólares para comprar empresas deficitarias como Aerolíneas, y no tenemos ferrocarriles para que la gente viaje como seres humanos. ¿Será ese el modo de reconstruir un país?
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