La Columna, edición del 21 de Agosto de 2008

Un aspecto silencioso de la comunicación cotidiana

El oficio mudo es mucho más que un juego

Parte importantísima de la generación e intercambio de mensajes, se hace necesario descubrir y transformar en herramienta de esclarecimiento a lo no verbal.

Rica y compleja, la comunicación no verbal, a la que podríamos definir como toda aquella información que damos a conocer sin usar palabras, abarca, según sus teóricos, el 93% del total de la comunicación humana, dejándole el 7% a los vocablos... Ese 93% se desglosa en 55% de comunicación a través de gestos, expresiones faciales, posturas, y un 38% referido a la voz y sus expresiones.

Parece mucho, ¿verdad? Es que normalmente no diferenciamos cuándo nos estamos comunicando de forma verbal y no verbal. Sin embargo distinguirlo nos ayudaría a expresar de forma más clara lo que pensamos y sentimos, y percibir más profundamente lo que manifiestan los demás.

Todo comunica

Podemos llamar no verbal al dar las manos, a las expresiones faciales, las posturas, la apariencia, la voz, su tono, los cortes de pelo, las vestimentas, la expresión de los ojos, la risa y la sonrisa, lo cerca o lejos que nos colocamos de los demás, el tiempo que permanecemos junto a alguien, la forma en qué escuchamos, la respiración, la manera en que nos movemos, cómo nos paramos, los colores que elegimos, los que vestimos, cómo tocamos lo que nos rodea, los silencios... Todos estos aspectos comunican.

La comunicación humana puede traducirse como una danza, íntimamente realizada, entre lo verbal y lo no verbal, que graciosamente se ceden espacios, se guían y se acompañan alternadamente con el fin de brindar información y generar procesos de entendimiento.

Usos y percepciones

Utilizamos la comunicación no verbal para acentuar – llamamos la atención sobre algo golpeando la mesa o alzamos las cejas para reforzar nuestro mensaje de sorpresa- ; complementar – hacemos ademanes o abrazamos a alguien al decirle que lo queremos-; sustituir – damos vuelta la cara para expresar un rechazo que quizás no podemos transmitir verbalmente –; contradecir – guiñamos un ojo para decir que lo que decimos es un chiste-; y regular -miramos el reloj para hacer entender que estamos apurados- .

También la velocidad a la que hablamos comunica diferentes cosas. ¿En qué punto dejamos de ver a quien habla rápido como seguro para comenzar a percibirlo como nervioso? ¿Es posible que deje de alterarnos la lentitud para hablar de un compañero de trabajo cuando tenemos la necesidad de que nos explique algo?

El tono y el volumen de la voz tienen alto impacto. Los tonos graves de voz suelen percibirse como señal de fortaleza y atractivo, en tanto los agudos como indicio de nerviosismo y tensión. Al escuchar voces también tenemos en cuenta, muchas veces automáticamente, la cualidad, el ritmo, la resonancia y la articulación de la voz. Y a un nivel más conciente, percibimos lo que se llama caracterizadores de la voz, el llanto, los suspiros, los estornudos y los ronquidos.

Literales

Aprendemos a comunicarnos no verbalmente antes que verbalmente, sin embargo, la decodificación de los mensajes no verbales nos lleva más tiempo. Así, los niños pequeños confían en los mensajes verbales, toman literalmente expresiones como “me quiero morir”, y son incapaces de interpretar la ironía y el sarcasmo que suelen vehiculizarse por lo no verbal. A los adultos también nos cuesta a veces descifrar esas expresiones, sobre todo en ambientes tensos en los que están involucradas las emociones.

A cada cual su lugar

Los movimientos del cuerpo también denotan la opinión que quien los realiza tiene de sí mismo, el lugar que siente que tiene en el mundo y la forma en la que se relaciona con quienes lo rodean.

Son considerados signos comunicantes del grado de intimidad, dedicación y posición, el manejo del espacio, del tiempo, y de la distancia. Comunicamos cuando nos sentamos en determinados lugares en los grupos o en la mesa familiar, por el modo en que ambientamos la oficina o la distancia en que nos colocamos de alguien. También cuando tomamos a alguien del brazo o nos quedamos parados mientras el otro se sienta.

Mil culturas

Los 80 músculos que tenemos en el rostro nos dan la enorme posibilidad de realizar 7.000 expresiones faciales, por lo que utilizamos la cara para abrir y cerrar canales de comunicación, y complementar y enriquecer las expresiones verbales mediante movimientos y expresiones.

A pesar de que las culturas se diferencian en cuanto a costumbres, reglas de etiqueta, rituales, normas de comportamiento, gestos, y valores, los antropólogos e investigadores de la comunicación no verbal, identificaron seis tipos principales de expresiones faciales que se representan igual en todas las culturas: Felicidad, disgusto, temor, enojo, sorpresa y tristeza

¿Constituirán buen punto de partida para un entendimiento global? Por de pronto,

conocer de qué manera nos comunicamos no verbalmente, nos ayuda en la construcción de mensajes más eficaces, en la comprensión del impacto que generamos en otros y en la elaboración de mensajes congruentes.

Asimismo, poder interpretar la emocionalidad que se manifiesta en las acciones de los demás, a través de los reveladores tonos de voz, los cambios de postura, sus gestos, nos abre a la empatía, y nos habilita como mejores personas.